martes, 9 de diciembre de 2008

Mi confrontación con la docencia

Estudié parte de mi primaria en la ciudad de México, la terminé en Acapulco Guerrero al venirse a radicar la familia a este puerto. La secundaria y preparatoria también las cursé en este puerto. Al cursar la preparatoria mi inclinación o preferencia fue hacia las ciencias físico matemáticas, hacia la mecánica por ello elegí estudiar ingeniería electromecánica sin pensar en ningún momento en llegar a ser profesor. Un semestre antes de terminar la carrera tuve la oportunidad de iniciarme en el campo laboral en una compañía establecida en la ciudad de México con giro comercial en motores de combustión interna dos tiempos. Desempeñé el puesto de gerente de servicio. Aprendí las exigencias del trabajo en la iniciativa privada.

Después de este, tuve otros trabajos, todos en la iniciativa privada. Fue en diciembre de 1980 cuando me entra la inquietud de regresar a la casa paterna para estar al cuidado de mis padres. En esas vacaciones de diciembre, busqué empleo en Acapulco. Encontré en hotelería, área de mantenimiento, pero el sueldo era raquítico en comparación con lo que ganaba en la ciudad de México. Regresé a trabajar al Distrito Federal. Un fin de semana del mes de enero de 1981 me trasladé a Acapulco a visitar a mis padres. No recuerdo por qué tuve que ir a Pié de la Cuesta y al pasar a orillas del C. B. T. i. s. 14, vi una manta publicitaria donde ofrecían sus especialidades. Fue entonces que se me ocurrió la idea de pasar a esa escuela y preguntar por una vacante de trabajo. Me quedé el lunes, visité la escuela, me entrevisté con el director y para mi suerte sí tenían horas disponibles. Como no sabía cómo se manejaba el otorgamiento de horas, me puse exigente a ganar sino igual cuando menos cercano a lo que ganaba en México. El director me dio tiempo completo y me explicó lo que iba a ganar. Ese mismo día se hizo el papeleo correspondiente y quedé contratado. Así fue como sucedió. En menos de lo que pensé la casualidad ya me había iniciado como maestro.

De inmediato me incorporé a los grupos que se me asignaron; por mi edad hubo empatía con mis alumnos en cuanto a relaciones cordiales. Acostumbrado al ritmo de trabajo de la iniciativa privada y a dar resultados a la empresa, no se me hizo pesado el ritmo escolar, sin embargo si era la mirilla de muchos compañeros maestros por el dinamismo que le imprimía a mis actividades frente a grupo. Aquí vino el primer choque con algunos compañeros de trabajo, simple y sencillamente me pidieron que le bajara el ritmo porque me veía mal. No obstante continué igual. La segunda confrontación fue con mis métodos de enseñar. Llegué a tener hasta un 80% de reprobados por grupo. Me asesoré con algunos compañeros maestros de experiencia que me brindaron su apoyo para enseñarme técnicas didácticas y cómo elaborar mis exámenes. Mejoré pero este segundo choque con mi materia prima de trabajo por mis métodos de enseñar, me hicieron reflexionar la necesidad de capacitarme para ejercer con eficiencia mi nuevo trabajo.

Al paso de los años desarrollando mi tarea docente, me ha permitido pensar y sentir lo que es ser profesor. Pienso que es una gran responsabilidad ser profesor. Desarrollar esta tarea implica estar capacitado en el manejo de diversos recursos psicopedagógicos y de formación profesional para responder con eficiencia y eficacia a los planteamientos cotidianos en el aula y a los propios. Implica ayudar a conformar criterios en los adolescentes; a conformar mentes con valores, conocimientos y conductas que desemboquen en bienestar personal, familiar y social. Conformar a otros, en cualquier aspecto, implica la responsabilidad primaria y fundamental de capacitarse para lograrlo.

Nunca imaginé la satisfacción que siento ahora de ser profesor. Al principio era solo un trabajo que desempeñaba con dinamismo, honradez, puntualidad y honestidad. Después se convirtió en competencia con otros compañeros para preparar a nuestros alumnos y ganar los lugares en los concursos académicos. Luego siguió la etapa de capacitación en la que busqué ser mejor en todos aspectos de mi quehacer docente. Actualmente sigo buscando mejorar en mi trabajo y como ser humano mediante la capacitación. Cómo no voy a sentir satisfacción de ser profesor al encontrarme exalumnos que ocupan puestos de mando en gobierno o iniciativa privada o en la docencia demostrando profesionalismo, capacidad, entrega. Cómo voy a negar que mi desarrollo humano y capacidades se hayan visto en gran medida influenciadas por este tránsito de mi vida docente. Qué puedo sentir de ser profesor a estas alturas de mi vida laboral sino gratitud a la vida.

Ser docente en educación media superior me ha significado sentirme diferente de mis compañeros docentes de nivel básico, no porque sea menos importante su trabajo, para nada. Simplemente porque el nivel medio superior tiene características especiales, tanto en sus educandos como en su profesorado.

Trabajar con jóvenes adolescentes en pleno desarrollo de su psiqué, en el despertar de sus sensaciones, en el interés de imitar modas, ídolos, música, plantea de inicio un problema de intereses y comunicación entre ellos y yo que desempeño el rol de profesor. En contraparte mi formación, intereses, deseos y necesidades discordan con lo que ellos exigen se les presente como tema de interés para su estudio. Estas características y muchas más hacen y dan significado diferente al nivel medio superior de otros niveles educativos. Por ello ser docente en educación media superior es más que un reto, es saber, saber hacer y saber convivir con adolescentes.

Como se percibe en mi narrativa hay más motivos de satisfacción que de insatisfacción de ser docente en educación media superior. Entre los motivos de satisfacción más importantes que tengo son; ver el rostro de satisfacción del alumno al haber aprendido por significado propio, observar el desarrollo de su potencial académico en la interacción escolar diaria, servir de apoyo a los que menos pueden y sin duda recibir su confianza para ser su guía y consejero en situaciones de su vida personal que afectan su vida escolar.

En realidad son muy pocas las insatisfacciones que tengo guardadas en la memoria de mi trabajo docente, la principal es ver que un alumno repruebe. Ya que estoy reflejando en su situación reprobatoria mis incompetencias psicopedagógicas. Estoy insatisfecho de mis logros docentes porque sé que puedo lograr más.

Volviendo la mirada al órgano oficial, hay insatisfacciones derivadas de la desatención por años al subsistema de educación media superior que incidieron y siguen incidiendo en porcentaje muy alto en los altos índices de reprobación y por ende en la eficiencia terminal de la escuela. Pero de ello es mejor no hablar y sí responder a estas insatisfacciones como en el inicio de mi docencia con dinamismo, honradez, puntualidad, honestidad, buscando mejorar en mi trabajo y como ser humano mediante la capacitación, principal herramienta en el quehacer docente para conformar a otros.

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